PAPAS EXPLOSIVAS DEL PDA, INDIGNACIÓN URIBISTA, DESCONCIERTO EN
Al recinto de sesiones del Senado de
El martes 8 de mayo de 2007 fue un día agitado en
Las brasas aún ardían. En el salón auxiliar corrillos de asesores y asesoras, senadores y representantes, periodistas y uno que otro patinador se sentaban en los sillones y conversaban al compás del debate, que seguían atentamente en los televisores dispuestos para tal fin. A primera hora se continuaría con la discusión del Proyecto de Tranferencias y luego tendría lugar el tantas veces aplazado debate al TLC. Citantes y empleados del Ministerio de Comercio departían alegremente en torno a intervenciones en las que se bromeaba sobre la sexualidad de algunos senadores.
Todo comenzó durante la intervención del Senador Benedetti. En lo que algunos calificarían más tarde como un arranque apenas lógico de indignación o de torpeza innecesaria (ya podrá escoger cada cual su postura en este polarizado ambiente), el Senador cuestionó con vehemencia la exhibición de un cartel que acusaba de ladrones a los uribistas que botaron el proyecto de Transferencias. “Falta de hombría”, “cobardía”, “prácticas panfletarias totalitaristas”, fueron los epítetos que usaron a continuación para denunciar el acto del Polo. El senador Clopatofsky incluso se atrevió a tildar a los senadores de dicha bancada de ser guerrilleros de incognito, sin que nadie, por supuesto, le prestara mucha atención.
Entusiasmados de seguro con la atención que se le prestaba a su insulsa transgresión, los senadores del polo optaron por utilizar sus habituales tácticas sindicales. Pegaron un cartel en las paredes del recinto y se sentaron, cual combo de estudiantes necios, a hacerle mala cara a los desatinados intentos de la presidenta del Senado por ponerle orden a la sesión.
Dilian Francisca gritaba, rogaba, amenazaba. Obligó a desalojar el recinto de asesores e hizo que la policía sacara al presidente de Fecode y sentenció que no le temblaría la mano para sancionar a sus colegas, con todo el peso de la ley quinta (la ley del congreso). Afuera, los asesores se arremolinaban ante los televisores al tiempo que senadores de las distintas bancadas comenzaban a evaluar la situación. Las caras largas de los citantes al debate permitían notar ya su preocupación por el curso que podían tomar los acontecimientos. El rumor era constante. Se emitían juicios, se mencionaban posibles sanciones, se juzgaba, se pensaba en posibles repercusiones, se pasaba rico.
Sólo el senador Bisbal parecía ausente de las discusiones, paseándose de arriba abajo por el largo salón, quizás pensando por qué perdía su valioso tiempo en estas peleas de colegio.
El cartel pasó a tener un valor simbólico tal que ninguno pudo ya ceder. A medida que el tono de los uribistas se hacía más fuerte, los senadores del Polo se encontraban atrapados en una camisa de fuerza. Quitar el cartel hubiera significado ceder en su beligerante rechazo a la reforma a las transferencias, así como poner en entredicho su respaldo a los sectores sociales que habían promovido su distribución: los maestros. Como lo señaló el senador Robledo tras la sesión: “Si uno de nosotros lo hubiera quitado, esa imagen le hubiera dado la vuelta al país”.
Para la bancada de gobierno, la insolencia del polo resultaba inaceptable. Lo era cada vez más en tanto sus contradictores se resistían a quitar el cartel y asistían incólumes a sus críticas y demandas. Finalmente, Dilian levantó la sesión olvidando a última hora sus amenazas. El polo consiguió posponer el debate y llamar la atención de los medios. El uribismo logró colmar los medios con manifestaciones de rechazo a las prácticas de sus contradictores. Los citantes al debate perdieron el tiempo y el liberalismo ahí… en nada.
Un buen día en el Congreso Colombiano.
PAN DE CADA DIA
1 comentario:
Lo que ocurre es una muestra de la debilidad de la bancada uribista. Hacen falta verdaderos líderes, que se enfrenten al Polo. El uribismo es una colcha de retazos y lo paga caro.
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